La temporada de ascensos al Everest en 2025 llegó a su fin, dejando tras de sí un nuevo récord de casi 800 cumbres, dos muertos y un problema que crece año tras año: aglomeraciones extremas y 75 toneladas de basura abandonadas en la montaña más alta del mundo. 3341g
Lejos de ser un escenario de conquista épica, el Everest se parece cada vez más a un parque temático con cuerdas fijas, donde los “aventureros” hacen largas filas para llegar a los 8.848 metros. Solo en el lado nepalí, 694 personas alcanzaron la cima, incluyendo 421 sherpas, 257 extranjeros y un puñado de nepalíes con permiso de escalada. La mayoría lo hizo con bombonas de oxígeno y asistencia total, convirtiendo la expedición en una transacción comercial más que en un desafío deportivo.

Mientras tanto, la vertiente tibetana aportó unas 100 cumbres adicionales, elevando el total a uno de los más altos en la historia del Everest. Sin embargo, el éxito tiene un precio: aglomeraciones en el campo 4, colas peligrosas a 8.000 metros y una cantidad alarmante de residuos que incluyen desde botellas de oxígeno hasta restos humanos. Solo en el campo base se usan 12.000 litros de agua del glaciar y se queman hasta 450 litros diarios de queroseno.
Pero el verdadero punto de quiebre llegó este año con el uso del gas xenón por parte de una expedición británica que logró escalar el Everest en menos de una semana desde Londres. La sustancia, prohibida en el deporte por estimular la producción de EPO, fue utilizada para “preaclimatar” a los alpinistas. Aunque el montañismo no está regulado por las agencias antidopaje, muchos ven en esta estrategia un atajo ético cuestionable que contradice el espíritu del alpinismo clásico.

Lukas Furtenbach, el guía detrás de esta expedición, ya propone paquetes de ascenso exprés en solo 15 días, defendiendo el xenón como una forma de hacer la escalada “más limpia y segura”. Para los defensores del montañismo tradicional, se trata de una agresión directa al Everest y a lo que significa realmente enfrentarlo.
Así, entre récords de cumbre, turismo de altura y montañas de basura, el Everest sigue siendo testigo de una temporada más de contradicciones. Cada vez más personas llegan a la cima… pero ¿a qué costo?